miércoles, 17 de agosto de 2016

ALMA TROVADORA

En la sagaz prisión entre el cielo y el infierno
Mi alma arderá
Por esta triste vida
Y una vez muerto,
Recitará:
Soy el antepasado de tus miedos
La herencia de la autodestrucción
Un mar desbordado
Los lobos en la nieve
Un desierto psicodélico
Un barco viejo empapado por el llanto y el sudor
De esclavos negros
La tierra roja
Soldados desconocidos
El no-tiempo en los ojos de la mujer
Soy el malditismo transgresor de mis antiguos sentidos
La perturbación de observar la muerte de los indios
El fuego húmedo de las armas
El fervor de alcohólicos sueños
Los desafíos del primer sol
El sacrificio para alimentar nuevos dioses
El infinito burlándose de los cuerpos
Soy la percepción pura
Optima
Autentica
No conocida
Misteriosa
Y anhelada
La explicación de los siglos
La mitología de lo real
La furia despedazada en azules chamanes
Soy la/el reina/rey de mi dinámica dimensión
El amor reprimido del mundo
La sensibilidad de seres exóticos
La colisión entre la oscuridad del pensamiento y el brillo teatral de lo poético
Las leyendas vibrantes de la historia
El cielo anaranjado
Atardecer tormentoso
La noche eterna del vicio
El idioma pleno de la calle
Soy la verdad de un océano de mentiras terrenales
La metamorfosis de los besos entregados
El veneno del reptil de la piel
El suceso del inconsciente
Todos los puntos del espacio y el silencio
Las llaves de las puertas.
Y en la agonía de mis latidos
El fin
Sabré lo que tanto buscaba
Mi alma habrá ardido
Y yo
Una vez muerto

Viviré en mis palabras.

EL ALBA EBRIA

Cuando pierdo la conciencia
El alcohol me salva
De la elocuente conciencia de los demás
Yo soy yo
Olor a cerveza y lectura
¿falleció durmiendo?
Librarás la juventud
Los niños saben más
¿juegas ajedrez?
Las damas aprendí
Del duelo del niño
Verde aire música
¡La inconsciencia es mía!
Exploto en cuerpos abrazados
Un jazz entre la línea
De lo que amamos
Y cuellos fríos.
Deja que vuele
El miedo es de los conscientes
Atravesé dignos imposibles
¿y ahora que dirás?
La calma inaugura el día,
Sé de Francia amor
Voy a beber
Ya me voy.
En la iglesia te arrodillarás
Y te golpearás la frente
Todos juegan y la noche
Se desangra en mis pies
Prepara tus oídos
Nos abrigará el mar
La arena es una obra
En la pausa de la inmensidad
¿Cuántas botellas quedan ebrias?
Blancas gargantas contestan
Respiraré tu ciego hambre
¡Oh padre!
Mi vida te revive en sueños
Húmedos arropados en fuego,
Amaré la mujer
Y nos sabremos al whisky.
Te encuentro
Cuando cierre
Las puertas del mundo

Y mis ojos.

jueves, 4 de agosto de 2016

Antaño, si no me traiciona la memoria, en algún lugar todos los ríos, anchos se entreabrían, así como bandadas de palomas bárbaras invadían mi corazón. Alguna tarde lloré al borde del sol y lo maldije ¡dejó de curarme!
Tantas cosas dejaron de curarme que pétreo muté en lápidas grabadas con la sal de mis lágrimas, me enterré en el aire sobre suaves féretros, ¡que suaves eran! y me dediqué necrosos epitafios con la sangre de heridas abiertas. Me figuré un muerto incurable, que todavía respira. Pude huir, ¡escapé! (aunque recaídas).
Vi la herencia nativa del desmonte, el infortunio de los desamparados, de los cerdos del mundo el gatillo fácil, los cadáveres de mil guerras. Supe del hartazgo insoportable que genera ser parte de la única especie sobre la Tierra que atenta contra si misma y hablé con Satán de experimentar la muerte antes de la muerte.
La miseria del progreso ha sepultado toda esperanza humana, ahora vienen por el festín de la cultura ¿Qué nos queda? ¡Oriente no es mejor!
Convoqué a los mártires para que su dieta sea su propia sangre, sudor y lágrimas. El derrame los ahogó, mientras yo me extinguía. Dios estuvo de mi lado; el diablo también. La desgracia fue mi oxigeno y una vez mas fecundé los flagelos para hacerlos arder en la hoguera de mis sueños.
Me abrigué con el barro, me alimenté con entrañas de león, me bañé en mares de gente y el invierno me entregó el llanto virgen del niño. ¿Qué nos queda? ¿Occidente? ¿Oriente? ¡Mierda, mierda, mierda!
El mundo es una cárcel, una fría jaula revestida de eléctrico dolor, de vomitiva codicia, de perfumada basura que comprime a feroces bestias rapaces y a dulces corderos imbricados, cómplices de no quitar el pecado de este lugar y proyectar la piedad a un dios que los coronó humanos.
“¡te mantendrás como un hiénido, serás un animal! Debes encajar en el mundo” susurra el demonio a mi oído mientras me envuelve con el sudario del averno.
Pero, cuando mi agonía era casi terminal, ¡una revelación!, de lo onírico broté:
¿Qué nos queda? ¡El amor! La filantropía hacia los míos, el altruismo. Como una luz en lo mas profundo de la cueva, contemplé el amor natural de mi madre, el amor inocente de mi hermano, el amor en recuerdos de mi padre muerto, el amor compañero de los amigos, el amor infinito hacia la mujer, el amor explotado de noches ebrias, el amor terapéutico de los mares, los ríos, las montañas, el cielo, etc.
¡Allí está la salvación! Es demasiado. Entonces, me queda el apetito de este sueño, la tarde cognoscible que alumbra estas líneas, el amor y mi humanidad de condenado.