lunes, 12 de septiembre de 2016

LOS BESOS DEL VINO

Rojas casas se queman
A la velocidad del blues
Y el vértigo en la paranoia oscilará.

El transeúnte abandona sus piernas pedregosas
Y ampara los nichos que lo vieron renacer.
Un hachazo al hastío rutinario. Vida.
Fugitivo esplendor cuya nobleza desplegó
Las rutas de la eternidad.

Está conmigo, no hay mundo sin él
Está conmigo, mi alma inmaculada escribe.

Pausas agilísimas entorpecen la aflicción
De violines enlutados, aullando en torno mío.
Sutiles, auténticos, perspicaces
Como la música que ultima
el final de las películas.

En la continuación como castillos de hielo,
Lacrados sueños de piano
Cayeron sobre los labios del hombre,
Aquel que amedrenta la complacencia de finas mujeres,
El néctar que pule la poesía pujante.

Y he de besar el suelo,
Elixir estéril,
Porque de nuestra melodía asome el temblor

Que alrededor de ti huirá como una extraña cicatriz.

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